lunes, 25 de julio de 2011

Restaurante Can Rafel


27 minutos o 27 kilometros, separan a la población catalana de Cervelló de Barcelona, unos pocos kilómetros ladera arriba, rodeado de bosques nos encontramos el Hotel Golf Can Rafel. En total deben de ser treinta y pocos los kilómetros que separan a la ciudad Condal de la cocina que lleva a cabo Gorka Barahona en este establecimiento.


El Hotel, se levanta sobre una antigua casa de campo del siglo XVI y es en sí la historia de una familia dedicada a la hostelería que convirtió el antiguo hostal familiar en un hotel de 4**** en el cual podemos disfrutar de unos excelentes servicios y de un entorno privilegiado. A Teresa, la propietaria, se le ilumina la cara hablando del SPA, una de las últimas apuestas del Hotel, de los jardines, de salas y salones que pueden acoger cualquier tipo de evento o de las rutas y deportes que se pueden practicar tomando como punto de partida Can Rafel.


Sin embargo, la niña mimada del Hotel es la cocina que ha pasado por las manos de Teresa, de sus hijos Cristina y Enric, y de la que ahora  se encarga el Chef Gorka Barahona.


El restaurante instalado en la planta principal ofrece unas espectaculares vistas al campo de golf, a los bosques de las montañas que lo circundan, como fondo el mar y la ciudad de Barcelona que se intuye en la lejanía.


Excelente recepción, servicio de corte moderno y actual bajo la supervisión de Enric, que ejerce como director y sumiller  de una bodega también reformada y ampliada recientemente.

La oferta culinaria, a parte del servicio a la carta nos ofrece dos menús degustación, uno a 35 € y otro a 50 € a mesa completa y previa reserva. Optamos por este último.

Bodega y demás


Negre de negres, 2008. Tinto 14 meses de crianza, garnacha, cariñena, cabernet syrah. 15% vol. Bodega Portal del Priorat. DOQ Priorat. 21 €. Cereza picota, muy vivo, capa alta, nariz inicialmente cerrada que se abre paulatinamente, frutos negros compotados, notas licorosas, regaliz,  recuerdos minerales y de droguería. En boca amplio, tanino muy bien integrado, redondo y cálido. Un vino que nos gusto mucho.


Servicio del vino muy correcto con el agradable detalle de dejar el decantador en la mesa para que cada uno se sirva cuando desee.


El pan. Surtido de pan correcto, chapata, nueces y aceitunas negras. En la mesa se encontraba a faltar aceite.

Aperitivo


Unos chips de yuca daban la bienvenida a la mesa, que acompañamos con una copa de Clar Novell (Celler Parera), vino joven del Penedès elaborado con xarel.lo y Gewürztraminer. Un vino muy agradable.


Aperitivos


Papadelta con salsa de queso y salvia. Crujiente elaborado a base de tapioca y caldo de ave, acompañado de una salsa de queso, ligeramente aromatizada con salvia. Excelente crujiente me trajo recuerdos a cuando asaba pollo y me comía la piel enganchada y crujiente del fondo de la rustidera.


Bacalao con patata y menta. La patata elaborada en dos texturas, una lámina crujiente y otra cocinada en una mezcla de liquido y mantequilla perfumada ligeramente con menta, compartía protagonismo con un cremoso de bacalao, acompañado por una emulsión realizada con la cocción de la patata. Un aperitivo muy agradable.


Mejillón escabechado con aire de zanahoria. Aire de zanahoria muy bien elaborado en el que se percibía el aroma y las notas dulces de la hortaliza, que daban paso a los aromas del escabeche y la perfecta textura del mejillón. Un toque de pimentón de la Vera realzaba aún más el aperitivo. Muy bueno


Huevo de codorniz, sajolida y tierra de regaliz. Agradable combinación de sabores al mezclar el conjunto antes de llevárnoslo a la boca, la cremosidad del huevo, las notas a regaliz y la potencia de la sajolida, ajedrea en castellano. Sorprendente. Uno de esos aperitivos en los que es imprescindible que el servicio de sala te dé unas breves instrucciones sobre como degustarlo.


Socarrat de gambas. Una foto vale más que mil palabras, y en este caso habla por sí sola. Magnífica gamba, la cola cubierta por un “socarrat” de arroz, la cabeza y un intenso jugo de la misma. Un aperitivo que es un pequeño homenaje a la paella. Para comerse una tras otra y no parar.

Principales


Carpaccio de pulpo al horno con ensalada de judías del “ganxet” y guacamole. Una base de judías del “ganxet”, tomate ligeramente confitado y una crema de aguacate. El pulpo laminado cubría la superficie. Unos brotes de remolacha y un excelente aceite terminaban el plato, junto con una salsa ligeramente texturizada con la propia gelatina del pulpo. La suavidad de las judías armonizaba perfectamente con el aguacate, en su punto de maduración correcto, el pulpo para nuestro gusto se encontraba laminado excesivamente fino o en poca cantidad, no destacaba y se perdía un poco entre el agradable sabor del resto de ingredientes.


Coca de escalibada y sardina con tomate fresco y sorbete de fresa y Módena. Una base de coca de pan, pimiento rojo y cebolla tierna escalibados al fuego y dos inmaculados filetes de sardina. La coca de por sí era una delicia. La acompañaban un jugo de los propios pimientos, una esponja de tomate, unas semillas de tomate y un helado de fresa y Módena con una reducción del mismo. Nos sorprendió la esponja de tomate, que nada tiene que ver con una espuma y guarda cierta similitud con un mousse.
Un plato de diez, lo remarcable del conjunto es que cada elemento de forma aislada era excepcional y en su conjunto perfecto. Un plato muy bien estudiado.


Verduritas de la huerta del Baix Llobregat con almendras y parmesano. Una base o cordón de puré de berenjenas que incorporaba parte de su piel, proporcionándole color ceniza y un agradable sabor ahumado, servía de hilo conductor al resto de componentes que se disponían sobre él. Judía perona ligeramente pasada por la brasa, coliflor, calabacín, zanahoria, cebolla encurtida, almendras tiernas, todas ellas en diferentes cocciones y texturas. Un crujiente de parmesano y unas hojas de radiccio remataban el conjunto. Otro plato que en concepción y desarrollo implica tiempo y conocimientos. Sin dudas, si fuese vegetariano hubiese sido mi plato preferido. Abstenerse de este plato todos aquellos a los que no agrada el sabor ahumado, que para nosotros fue genial ¡!!.


Vieiras a la plancha con hortalizas escabechadas y emulsión de hinojo. Vieiras perfectas, doradas, crujientes y con el punto de cocción exacto, salvo para los que les gusten las cosas medio crudas. Acompañadas de una delicada emulsión de hinojo que respetaba el sabor del marisco y contrastaba con su gusto anisado y ligeramente dulzón frente a las verduritas encurtidas, ajos tiernos, penca de acelga, pepino. Unas gotas de puré de espinaca, un alga de matices dulzones y una flor de hinojo ponían el punto y final. Muy divertido el efecto de la flor de hinojo, presente en una cantidad minúscula y muy acertada, pues inundaba la boca con todo su aroma por unos momentos. Un plato delicado y equilibrado. Una delicia.


Calamarcitos rellenos de conejo rustido con emulsión de garbanzos y teja de panceta ibérica y sésamo. El calamar, dorado perfectamente asado y glaseado con un punto de caramelizado muy agradable.  El relleno con la carne de conejo rustida, picada con un tamaño muy acertado, tal vez un punto seco, puestos a buscar algún “pero”. Acompañaba al calamar un jugo del rustido del propio conejo, una emulsión de garbanzos con un agradable sabor a lima que trae recuerdos a humus. Una jalea de limón, unas gotas de aceite y tinta de calamar junto con la teja de panceta y sésamo, que una vez más traía recuerdos al caramelizado de un rustido ponían el punto y final al plato. Un ejemplo muy acertado y goloso de un mar y montaña. Muy buen plato.

Segundos


Filete de lenguado a la meunière con patata y trufa de verano. Cocción del lenguado perfecta, conservando un ligero tono rosado y la textura de la musculatura del pescado. Como acompañantes unos discos de patata confitada, unas láminas de trufa de verano, un aire de mantequilla, una emulsión de la misma; y unas rocas de merengue aromatizadas con limón y trufa. Sorpresa, fue un plato que causo sorpresa por el simple hecho de volver a ver el termino a la meunière por un restaurante. Una versión agradable e interesante de este clásico, que pone de manifiesto la seguridad del Chef.


El lenguado es uno de los pescados que más se ha paseado por la Alta Cocina desde hace siglos, y que más recetas debe tener en su haber. Paul Bocuse, explica a las mil maravillas esta clásica receta en su libro “La cocina del mercado”, y que transcribo literalmente:

Lenguado a la "meunière"

“En una preparación preliminar idéntica, la piel blanca es debidamente raspada. Embadurnar el lenguado con una mezcla hecha a base de unas gotas de aceite, sal y pimienta; seguidamente, rebozarlo en harina.
Poner a freír el lenguado, con la piel blanca hacia abajo, en una sartén (preferentemente ovalada, pues se evita de esta manera un consumo de mantequilla inútil y que a menudo se quema), en la que humean 30 g de mantequilla y una cucharada de aceite de oliva.
La cocción debe realizarse a fuego bastante vivo; al entrar en contacto con la grasa muy caliente, el lenguado queda suficientemente soasado como para evitar que se pegue a la sartén. En ningún momento se deberá permitir que la grasa de cocción pierda temperatura.
Al cabo de 5 o 6 minutos, dar la vuelta al pescado con una espátula y proceder a la cocción de la otra cara.
Presentar en una fuente de servir, previamente calentada, y cuyos bordes pueden ser adornados con finas rodajas de limón, cortadas en sentido longitudinal.
Exprimir unas gotas de limón sobre el lenguado; esparcir por encima una cucharadita de perejil picado y escaldado en el último momento y, consiguientemente, aún húmedo; agregar 50 g de mantequilla a la de la cocción, calentarla hasta que adquiera un color avellana y rociar con ella el lenguado.
Al entrar la mantequilla muy caliente en contacto con el perejil húmedo, se produce una abundante espuma que ha de cubrir el lenguado cuando se sirve a los comensales.”

Tiempo antes Escoffier, en su libro “Mi Cocina” (1934), publicaba esta receta de manera casi idéntica, añadiendo que podía ir acompañado de calabacín, berenjena, champiñones o setas. ¿Ha hecho Gorka un guiño a Escoffier con las láminas de trufa?. 


Costillar de lechal en dos cocciones, graten de calabaza y nabo, cuajo de salvia y nueces garrapiñadas con ratafía. El aroma cuando el plato llegó a la mesa fue increíble. El costillar asado con un punto de cocción ligeramente rosado, El lomo deshuesado y confitado acompañados por un excelente jugo de cordero. Dos interesantes guarniciones acompañaban a la carne, un graten de calabaza y nabo más un cuajo de salvia y nueces garrapiñadas con ratafía, el cuajo de textura muy delicada similar a una “royale” aromatizado con salvia que armonizaba a la perfección con el aroma y sabor del cordero. Un plato contundente y muy bien realizado.


Pre-postres


Refrescante de frutas de temporada con sorbete de sandía. Poca explicación requiere este refrescante paso de lo salado a lo dulce. Unas frutas en su punto, un riquísimo sorbete de sandía y un toque de menta chocolatera explosiva.

Postres


Mousse de melocotón de l’Ordal con Horchata y granizado de limón. Una combinación de sabores muy suaves pero que se complementaban muy bien. Magnífico el helado de horchata, que armonizaba muy bien con el granizado de limón. En cambio tanto el helado como el sorbete dejaban en un segundo plano al delicado sabor de melocotón al degustar todos los ingredientes de forma conjunta. Un postre muy delicado e ideal para los amantes de los postres ligeros en azúcar. 

Ice Tea: Té rojo de Yuuan, terrina de frutos del bosque y helado de vainilla.
La terrina resaltaba el carácter ácido de los frutos rojos y respetaba todo su sabor al utilizar con mesura el azúcar; combinando a la perfección con el helado de vainilla. El té Pu erh, ligeramente texturizado aportaba unas interesantes notas tánicas y ahumadas.


Financier de miel y cacahuete con café y helado de chocolate blanco. Sobre la base del bizcocho, una “quenelle” de chocolate blanco, granizado de café y una ligera espuma también de café. Un cordón de miel y unos cacahuetes rotos decoraban el plato. El bizcocho proporcionaba un intenso sabor a cacahuete que armonizaba a las mil maravillas con el chocolate blanco y el café.


Bizcocho de chocolate blanco, granizado de zanahoria y pimienta de sechuan, helado de chocolate blanco y te acompañado de una gelatina de te, crujientes de  zanahoria y crema de calabaza. Interesante postre que aún no se encuentra en la carta. Visualmente casi aporta una sola unidad cromática. Perfectamente ejecutados casi todos sus componentes, el chef solicitó nuestra opinión ya que que es un plato en desarrollo ante lo cual  lo único que pudimos achacar al postre fue un excesivo grosor de los crujientes de zanahoria y un sabor demasiado ligero de la crema de calabaza. Por lo demás perfecto!


Un café solo y unas tejas de almendra y trufas como petit fours, en la patio interior del hotel fueron el final del menú.

Para terminar…

Sinceramente es uno de los mejores menús degustación que hemos probado últimamente. La trayectoria de Gorka en reconocidos restaurantes y su sólida formación se traduce en una oferta culinaria fusiona a la perfección la cocina tradicional con toques de vanguardia de una manera muy calculada.
Los aperitivos transcurren con un incremento de dificultad técnica y sabor a cada servicio. Lo mismo sucede con los platos principales del menú que evolucionan en intensidad, elaboración y rotundidad gustativa. En definiva platos muy cuidados, mimados, de los que nos sorprendió también el dominio de las especias e hierbas, dosificadas todas de forma muy controlada y agradable.
Postres igualmente muy acertados, refrescantes, como corresponde a la estación, sin olvidar los contrastes, los juegos de texturas y una vez más la dosificación más que acertada de especias e hierbas aromáticas. Ponen de manifiesto también su dominio y sensibilidad en la elaboración de helados y sorbetes.

La carta de Can Rafel, refleja la cocina de Gorka, pero mantiene algún vestigio  de otros tiempos, de platos que han permanecido y de otros que se van renovando a medida que la clientela evoluciona y se adapta a este cambio de estilo y de forma de hacer. Imagino que la cocina aún se encontrará con algún cliente despistado que preguntará por una “esqueixada” y que habrá pasado de largo la excelente Coca de escalibada y sardinas que figura en la carta. Otro tanto le pasará a Enric como sommelier, al que casi seguro le preguntarán por tal o cual Rioja, pasando por alto la excelente selección de tintos de otras D.O. que aparecen en su carta. Difícil la labor de Enric y Gorka, pero está evolución trae muchas recompensas a posteriori.


El equipo de sala eficaz, agradable, atento, sin agobios crea un ambiente relajado y familiar. Enric, propone una carta de vinos muy cuidada, no demasiado extensa, pero en la que parece no faltar de nada, con referencias poco habituales y de gran calidad a precios realmente ajustados, cosa de agradecer en los tiempos que corren.


La sala, amplia y cómoda ofrece unas vistas que hacen olvidar el ajetreo de la ciudad, cambiando los edificios por “verde”. Sin lugar a dudas la próxima apuesta de Can Rafel, debería ser proporcionar a su comedor y salones una imagen más en consonancia con su cocina y su servicio de sala, sin romper ese encanto rústico y familiar que se respira en el ambiente a día de hoy, pero que no es reflejo de su apuesta gastronómica.


Nuestras felicitaciónes a todo el equipo.

Total factura: 138,78 €
Precio por persona: 69,39 €

Hotel Golf Can Rafel.
Can Rafel s/n – 08758 Cervelló. Barcelona
Tel. 93 650 10 05

domingo, 3 de julio de 2011

Restaurante Vermell


RESTAURANT VERMELL, 9 junio de 2011

Sant Cugat, una población muy cercana a Barcelona de origen romano, fue un enclave histórico, un cruce de caminos en el que coincidian la Via Augusta, con la vía de Egara (Terrasa) y la vía de Barcino (Barcelona). Pocos vestigios quedan de aquellos tiempos romanos, sí nos queda en cambio el legado de un mágnifico monasterio benedictino  que forma parte del corazón de esta ciudad y que, de por sí, ya es una excusa muy válida para coger el coche y relizar una visita a esta histórica edificación.
Quizás esa encrucijada de caminos ha sido el origen de la vitalidad de San Cugat que en la actulidad ofrece una interesante oferta hotelera y gastronómica.


Una cosa trajo a la otra, la invitación a la inauguración de Xiringo Lounge, en el Hotel Sant Cugat terminó en que aperitivo tras aperitivo y copa tras copa terminaramos cenando en el Restaurante Vermell, espacio gastromico del Hotel y en el cuál se puede disfrutar de la oferta culinaria del Chef Germán Espinosa.


El acceso independiente al restaurante y su visibilidad, ponen de manifiesto la importancia del Vermell para el hotel. La sala “respira” un ambiente distendido de la mano de un servicio de sala amable y con el punto de informalidad justo.


En esta ocasión también nos dejamos llevar por los consejos de quien pone orden en las cazuelas, Germán, que nos ofreció un interesante menú degustación.


Bodega y demás.


Enate Chardonnay 234 2010. D.O. Somontano. 13,5% Vol. Bodegas Enate.
Amarillo pálido, reflejos anacarados. Nariz muy frutal e intensa con un amplio abanico de frutas exóticas. Notas de laurel, fondo mineral. En boca amplio, graso, muy goloso. En retronasal una vez más la fruta. Un gran vino que demuestra lo que se puede conseguir de esta variedad sin paso por barrica.


Vichy Catalán. Agua mineral con gas. Sería interesante disponer de otros tipos de agua con gas.

El pan. Surtido de pan correcto, chapata y tradicional, que no aportaba ninguna novedad.

Aperitivo


Sardinas a la parrilla con geleé de fresas. Dos lomitos de sardina, marinados, cocinados brevemente a la parrilla y perfumados con romero. Acompañaba al plato unos dados de gelatina, que fue deshaciéndose entre bocado y bocado, convirtiéndose en una agradable jugo que acompañaba a la perfección al pescado y armonizaba con el romero. Unos contrastes muy agradables, la fragancia de la fresa, las notas de humo, las notas acidas del marinado y ese sabor tan personal de la sardina.

Primeros


Canelón de bacalao y verduras con crema de butifarra. Una fina capa de bacalao, salado y curado -de elaboración propia- cumplía las funciones de una lámina de pasta. Acoger en su interior una brunoise apenas salteada, compuesta de pimiento rojo y verde, tomate, calabacín, pasas y piñones.

Armonías complementarias, el punto de salazón del bacalao y sus notas de humo enfrentadas con la amabilidad de las verduritas y los tropiezos dulces en forma de pasa y piñón. Remataban el plato unos brotes anisados.
El punto de la discordia fue la crema de butifarra, tanto mi compañero de blog como yo coincidimos en que estaba muy buena, yo la encontraba muy acertada acompañando al canelón y él no. Para gustos los colores.


Risotto de chipirones y habitas con mayonesa de azafrán. Excelente punto de cocción del arroz, terminado a la manera clásica, mantecado con mantequilla y parmesano. Habitas apenas cocidas, introducidas casi en el último momento. Un arroz que nos desconcertó, esperábamos el sabor de calamar y de las habitas, pero en el plato predominaba la personalidad del parmesano, nos vinieron a  la cabeza los risottos más ortodoxos.
El risotto que degustamos se ceñía a los cánones de una elaboración clásica, pero esperábamos el sabor intenso y dulce del calamar, no por ello el plato dejo de estar menos bueno.

El tema de los arroces es una cuestión de ideales, principio y fuente de acaloradas discusiones, trasladado a la paella, que si el sofrito con o sin cebolla, que si únicamente de pescado, que a quién se le ocurre mezclar carnes y mariscos, que si el agua de aquí o de allá, fondos si fondos no, que si la paella es solo de valencia. Vamos para aburrirse. Preocúpense de que el arroz este seco, sueltito y lo más sabroso posible, los demás por menores déjenselos a los cocineros y a sus madres.
Púes con el risotto más de lo mismo, hace poco una amiga mía italiana me hizo uno de fresas –y salado!- que transformo mi concepto de risotto. Atendamos a la técnica del risotto no por su acabado sino por su cocción.


Calamares, polenta de anchoas y salsa de tinta. Una base de polenta aromatizada con anchoa acompañada de una excelente salsa de calamar en su tinta, con un agradable punto dulzón que contrastaba con el punto de salazón de la polenta con anchoa. De igual manera el calamar, de cocción perfecta y ligeramente caramelizado contrastaba con las huevas de trucha que terminaban el plato. Uno de los platos que más nos agradó.

Segundos


Corvina con cigala crujiente, esencia de marisco y mayonesa de manzana verde. Pescado un tanto olvidado y que poco a poco vuelve a reaparecer en las cartas de numerosos restaurantes. La corvina, perfecta “al punto” sobre una esencia de marisco de sabor perfecto, sin estar acentuado en exceso, no ocultaba las virtudes del pescado, una punta de mayonesa de manzana ponía el toque cremoso y ácido, lástima que no hubiese estado más presente, era excelente. Una cigala recubierta con una fina lámina de pan ponía el punto crujiente al plato y unas algas terminaban el conjunto aportando su toque marino. Excelente.

Taco de costilla de cerdo, ñoquis y salsa de Oporto. Las costillas, cocinadas al vacío, con una textura muy agradable acompañadas por una intensa salsa de oporto matizada con polvo de pistacho, regaliz y polvo de aceitunas negras, estas últimas proporcionaban un acertado contraste dulce-salado-amargo al degustar el conjunto. Los ñoquis con su correcta elaboración y suavidad concedían una pausa al paladar ante la potencia gustativa de la salsa. Un plato muy agradable.

Postres

Melonjito.  Postre agradable y refrescante, elaborado mediante la impregnación de un melón con ron, valiéndose de la técnica del vacío. Cubría el melón un granizado de mojito y lo acompañaba un magnifico helado de limón.



Cremoso de chocolate, aceite de oliva, mandarina. Uno de los postres más versionados en diferentes cartas y que personalmente me es un placer encontrarme, como sucede para muchos es una combinación que nos hace regresar a nuestra infancia. Cremoso de chocolate excelente acompañado por una gelatina de aceite vainillado, gelatina de mandarina, un crujiente de pan y el imprescindible aceite de oliva que aterciopelaba y proporcionaba unidad al conjunto. Perfecto!. Una de las mejores “revisiones” que hemos probado de esta combinación.



Petit fours. Sencillos pero muy correctos: roca suiza, merengue, financier y un frambuesa sencillamente cubierta de azúcar lustre que ayudaba a limpiar el exceso de dulzor en el paladar

Para terminar

Cada vez se pone más de relieve el interesante “matrimonio” entre Hotel y restaurante gastronómico, formula muy acertada para dar prestigio a un hotel y rentabilizar de manera lógica los espacios y esfuerzos.  Ejemplos de ello son el Hotel Cram y el Restaurante Gaig o el clan Ruscalleda en el Hotel Mandarin sin olvidar “maridajes” como el Arola-Hotel Arts entre otros.

El Hotel Sant Cugat se suma a esta tendencia con una clara apuesta por el Restaurante Vermell y por una gastronomía de nivel. Germán ofrece una cocina actual sin estridencias y con una sólida base fruto de los años y de la experiencia.
Degustamos un conjunto de platos que iban aumentando en sabor, intensidad y técnica. Recordamos en especial  la entrada con una humilde sardina y el acertado conjunto del calamar. Algún exceso de sal en algún plato, si tenemos que buscar algún “pero” dentro del menú.
Lo postres muy correctos a la altura del resto de elaboraciones, nos quedamos con las ganas de probar algún otro, pero no había lugar.

El local de corte moderno, retro, con predominio de tonos rojos y una iluminación no demasiado acertada, que no ayuda a resaltar de forma adecuada las presentaciones y colores de los platos; sumado al hecho de que el comedor se utiliza para otras necesidades del hotel pueden llegar a desvirtuar los objetivos de este restaurante. La sala principal, al menos en el servicio de noche, no logra una ambientación demasiado acogedora, la iluminación en tonos rojos no incita a permanecer en la sala e incluso puede llegar a cansar visualmente.

En esta ocasión no puedo informar de manera detallada del precio por persona ya que se nos improvisó un menú para la ocasión, pero podéis consultar los precios de la carta y menús en la página web: http://www.hotel-santcugat.com

RESTAURANT VERMELL
http://www.hotel-santcugat.com
SANT CUGAT | H&R
Cèsar Martinell, 2
08172 Sant Cugat del Vallès (Barcelona). España
T +34 935 442 670  
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XIRINGO LOUNGE

Como apuntaba arriba, el motivo inicial de nuestra visita al Hotel Sant Cugat, fue la inauguración de Xiringo Lounge, espacio dedicado a disfrutar de los jardines del hotel, en el cuál podéis tomar un cóctel, antes o después de visitar el restaurante, cenar de manera informal en el Xiringo, o simplemente disfrutar del atardecer con un mojito, acompañados de buena música de la mano de un Dj en directo.

Os dejo una selección de fotos del espacio.

Vistas de los jardines, en los cuales tuvo lugar el cóctel y que se prestan a cualquier tipo de celebraciones.

 Pudimos disfrutar entre otras de una barra exclusiva para gin-tonic´s
Demostración, elaboración y degustación de sushi "in-situ"


Barra de "El Celler del Cava" que ofreció un cóctel a base de Cava y St. Germain, interesante licor elaborado a base de flor de Sauco.

El Dj en plena sesión
Sorbete de melón y Brownie de chocolate con cremoso de wasabi, alguno de los postres que degustamos.

Como podéis comprobar, una alternativa para disfrutar de una excelente terraza en pleno centro de Sant Cugat.

El Hotel Sant Cugat forma parte de anima hotels que cuenta con dos establecimientos más. Uno de ellos el Hotel Neri, situado en la bonita e histórica plaza de Sant Felip Neri de Barcelona y que cuenta también con un interesante restaurante.
El Tercero en Madrid, en plena Gran Via, el Hotel De las Letras, con los mismos servicios que el resto de establecimientos.
   




XIRINGO LOUNGE
SANT CUGAT | H&R
Cèsar Martinell, 2
08172 Sant Cugat del Vallès (Barcelona). España
T +34 935 442 670